Para Rá, Culebro, Sere, Winny y Nano la calle es el lugar que reconocen, hasta que deciden emprender un viaje por el Bajo Cauca antioqueño para reclamar una tierra que le fue arrebatada a la abuela de uno de ellos. Son los personajes protagónicos en Los reyes del mundo, la nueva película de la directora Laura Mora, que se estrena en salas de cine este jueves 13 de octubre. En su anterior película, Laura Mora había entrado en contacto con chicos que practican gravity bike en Medellín. Un deporte que popularmente se conoce como azote y que consiste en rodar a gran velocidad por la carretera, en bicicletas armadas por ellos mismos. Desde entonces, supo que había algo especial en ese grupo de jóvenes. Una relación muy particular con el riesgo, con la adrenalina y con la vida misma. Cuando empezó a escribir Los reyes del mundo, supo que la energía que buscaba para la película, tenía mucho que ver con el espíritu de esos chicos; esa libertad, esa rebeldía que había encontrado en los jóvenes que ‘azotaban’ por las carreteras aledañas a Medellín. Así fue como algunos de ellos llegaron a la película. Brahian Acevedo, quien se pone en la piel de Winny, dice que practicar azote o viajar en el tráiler de una tractomula es lo que le “mueve el corazón” porque es amante de la adrenalina, el peligro, los viajes y la compañía de los ‘parceros’. La primera vez que Laura vio a Brahian, fue precisamente en un encuentro de gravitosos. Aún era muy pequeño, le tomó una foto desde la distancia, para tenerlo como referente para el personaje de Winny. Lo volvió a encontrar casi un año y medio después, cuando la policía le impidió al joven seguir vendiendo dulces en el sector de Laureles en Medellín. Por fin la directora pudo hablar con él, tomarle sus datos e invitarlo a participar en el casting de Los reyes del mundo. A este chico de 15 años le enfurece que le digan niño porque toda su vida le ha tocado ´guerrearla’ “Me gusta ganarme lo mío y colaborarle a mi mamá en lo que se pueda”, recalca. Brahian y el personaje de Winny, coincidían en muchas cosas. La vitalidad, el carisma, la recursividad para resolver, la ternura y la tristeza propias de la sensación de desamparo. Davison Flores, representa a Sere, el personaje místico del grupo. Conoció a Laura Mora hace varios años por un amigo en común. Davison había tenido un grave accidente en gravity, que le redujo la movilidad en el brazo derecho, lo que no le impidió graduarse de bachiller y aprender a escribir con la mano izquierda. Su sensibilidad, su espiritualidad, sus ideas profundas sobre la vida y la muerte, coincidían con todo lo que Laura buscaba para ese personaje, por eso, una vez iniciado el casting no dudaron en buscarlo. Cristian Camilo Mora, fue entrevistado de manera muy casual en el skatepark del estadio, donde se reúnen muchos de los chicos que practican gravity en Medellín. Sin embargo, un par de semanas después de ese encuentro, llegó la primera cuarentena por Covid. Todos los procesos que se venían adelantando para, posiblemente, arrancar la película en el 2020 se detuvieron y solo hasta un año después se reactivaron. Cristian, fue de los primeros chicos que el equipo de casting quiso volver a contactar tras la reactivación del proyecto. Tom, como se le conoce popularmente, conoce muy bien las vicisitudes de la calle y de los conflictos entre combos. Hay en él una energía que contagió de vida a Culebro, un personaje que parece condenado por sí mismo, pero al que llenó de humanidad. Para Tom, la humildad es un valor fundamental y pase lo que pase dice, “no olvidaré nunca a los que estuvieron conmigo, no menospreciaré”. Es eso, el menosprecio, la actitud que más les duele y les molesta a estos chicos. En eso coincide Cristian Campaña, quien da vida al personaje de Nano. Cristian tenía esa timidez, ese misterio y ese orgullo que coinciden con el personaje. Laura y la directora de casting, Karel Solei, lo vieron desde la distancia en una cancha de la institución San José, un lugar donde por lo general se encuentran menores de edad, que han cometido algún tipo de delito menor. Cristian llegó al casting no muy convencido, pero traía consigo toda la belleza del personaje de Nano; aquel que en la película proclama “yo quisiera ser invisible, como una sombra”. Finalmente, accedió a participar. Poco a poco, en el rodaje su timidez se fue desvaneciendo y apareció su buen humor, su carácter amable y cariñoso y un compromiso total con la película. Pero quizás la historia más particular y emocionante de este proceso, es la de cómo llegó Andrés Castañeda, a la película. Fue el último en aparecer en el casting, solo un par de semanas antes de iniciar el rodaje, tras la renuncia de quien se había considerado inicialmente para este personaje. Andrés vive en Yarumal, el municipio antioqueño hacia donde se extendió el casting, ya que había varios chicos que practicaban gravity en esa zona. La directora de casting lo vio por primera vez siendo requisado por la policía y se le acercó. Le hizo una corta entrevista, y le envió un mensaje a Laura diciéndole: “apareció el sol, apareció Rá”. Tras varias entrevistas en Medellín y varios encuentros con el resto de personajes, donde hubo una conexión inmediata, aceptó el reto que suponía entrar a un grupo que ya llevaba unas semanas consolidado. El resto de los chicos lo acogió amorosamente y su liderazgo natural sobresalió. Andrés dotó al personaje de unos rasgos muy especiales, traía consigo cierta ternura, una actitud paternal y amorosa que contrasta con su fuerza. Ha vivido toda la dureza de la violencia en el territorio, pero eso no ha opacado la nobleza de su corazón, ese mismo corazón que debía tener aquel que emprende un viaje con sus amigos, en busca de una tierra prometida. Trabajo en equipo El trabajo con los cinco consistió en sesiones diarias de ensayo bajo la guía de Karel Solei, con diferentes colaboradores y asesores en entrenamiento de actores naturales, como Carlos Fagua (La tierra y la sombra), Andrés Barrientos (El abrazo de la serpiente y Pájaros de verano) y el profesor de arte dramático de la Universidad de Antioquia, Duvan Echavarria (Matar a Jesús). Aunque a los jóvenes nunca se les compartió el guion, se ensayaron las situaciones y se aproximaron las diferentes emociones que cada uno iba a transitar durante la película. Cada ensayo, cada encuentro sorprendía más al equipo de dirección. El talento, la capacidad de imaginación, de improvisación, la concentración y el compromiso de estos chicos, era impresionante. Muy pronto en el proceso, los cinco también entendieron, que tanto ellos como el equipo de producción, constituirían una especie de familia itinerante, donde primaría el respeto, el amor y la confianza. Alejandra Restrepo, trabajadora social que acompañó el proceso de los jóvenes, reconoce que el triunfo del trabajo radicó en que tanto el equipo de producción como los chicos, entendieron el valor y el poder de construcción de relaciones horizontales y respetuosas. También destaca que darles confianza para asumir responsabilidades, reconocimiento, actividad y cariño, permitió lograr un trabajo absolutamente armónico. “Es fundamental posibiltarles transformar su mundo. Ellos, después de esta experiencia, ya tienen ilusiones, porque tuvieron el comparativo de lo que son y lo que pueden llegar a ser, y eso es algo que ellos mismos pueden proveer”. Todos coinciden en que lo más duro de la película fue finalizarla, la separación que significó el final del rodaje. En palabras de Tom “lo más duro fue a lo que nos acostumbramos durante el rodaje, y luego tener que desacostumbrarnos”. Para Andrés lo más bonito de la experiencia fue sentir “que todo se hizo de corazón” y la ilusión que supone “poder ver la película juntos muy pronto”. “A pesar de la dureza de la vida, de la templanza que exigen sus contextos y sus realidades, Andrés, Davinson, Brahian, Tom y Cristian, son cinco chicos extraordinarios que imprimieron en la historia su propia verdad, su energía a veces caótica, su rebeldía y su amor por un mundo que reconocen hostil, pero en el que quieren permanecer. Su lugar de resistencia también es su alegría y la desobediencia, así el futuro parezca incierto”, asegura la directora Laura Mora. Fue esa energía arrolladora, esos gestos amorosos y honestos, lo que marcó y atravesó la aventura de ocho semanas de rodaje. Los reyes del mundo, es producida por Ciudad Lunar Producciones y La Selva Cine; en coproducción con Iris Productions (Luxemburgo), Tu Vas Voir (Francia), Mer Films (Noruega), Talipot Studio (México), en asocio con Caracol Televisión, Dago García, Exile Content. La distribución en Colombia la hace Cinecolor y las ventas internacionales están a cargo de Film Factory. Los personajes Rá: Líder de este clan, heredero de la tierra, cabeza del plan. Obstinado y cuidandero, con el corazón más noble, aunque puede llegar a ser violento y temerario. El único vínculo que le queda con su familia, son aquellos viejos títulos de una tierra heredada por su abuela. De alguna manera la representación de esa tierra significa volver a aquel lugar de los afectos. Mantiene una especie de monólogo interior, en el que habitan sus deseos y sus sueños. No quiere que su existencia sea en vano, quiere la conquista de algo propio, decirle a ese mundo cruel, que es él quien lo ha vencido, como una forma de reivindicación y de venganza. Winny: El discípulo, el niño aún no desprendido de toda su ingenuidad, pero siempre dispuesto a atacar o defender. Winny ha crecido en la calle y ésta lo ha ido endureciendo, pero aún se puede reconocer su grieta y su vulnerabilidad. Es el personaje que más da cuenta del desamparo, su búsqueda es a la madre y a la patria. Lucha por ser niño, pero la realidad quiere arrebatarle ese privilegio constantemente. En venganza puede ser niño y diablo. Sere: El místico, el incondicional, el que le da un sentido más profundo a la amistad, el que necesita creer para darle un significado más elevado a su existencia. En la calle ha aprendido a confiar en una compañía mística que lo protege. En la aventura, reconocerá a Dios en la naturaleza y querrá unirse para siempre a ella. Sere tiene espíritu de mártir. Piensa y sueña con el cielo, porque para él la tierra se va tornando en un lugar invivible. Nano: Es el que observa e incómoda con su presencia y su mirada. En él habita todo lo que la sociedad desprecia. Nano, parece siempre ser un testigo ausente, un chico que quizás ve más allá de lo que está pasando y en esa mirada desafía a su entorno. El sueño de Nano sería ser invisible, parece tener un cansancio milenario, casi como si fuera heredero del odio sufrido por su raza y su generación. Culebro: Envidioso, ambicioso e impaciente. Un personaje que no tiene redención, está condenado por sí mismo. Le interesa el poder, el oro. Sus ambiciones son más terrenales que las del resto. No es un chico incondicional, este es su clan hoy, mañana no se sabe. Sin embargo, en momentos devela una ternura y una inconsciencia propias del desvalido. Su energía y su masculinidad casi siempre derivan en violencia física y en una subestimación constante del otro.
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